Alicia López Losantos - Doctoralia.es

Muchos de vosotros habréis aceptado en la ceremonia del casamiento lo de “en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe”, pero realmente que a tu pareja le diagnostiquen una enfermedad degenerativa o grave y saber que tienes que ayudarla a superarlo o convivir con ello no es algo fácil de llevar.

Cuando nos enamoramos, o alguien nos gusta lo vemos pletórico, con energía, vitalidad y buen humor. Pero eso puede cambiar y no somos conscientes de ello hasta que nos ocurre. De repente nuestro mundo amoroso da un giro de 360 grados y los miedos, angustias y a veces desesperanzas ocupan su lugar entre la pareja.

Si es algo grave pero superable,

se nos exige ser fuertes para servir de apoyo y seguir llevando la unidad familiar como si no pasara nada. A nivel emocional no se nos tiene en cuenta ya que la atención se centra en el enfermo y sus cuidados, pero el desgaste físico y mental del cuidador es agudo. Muchas de estas personas sólo se desahogan en la intimidad porque socialmente no pueden hacerlo ya que la crítica aparecería de inmediato. Si tu pareja de repente enferma lo que se espera que hagas es que te conviertas en una persona cual “super héroe” americano y puedas hacer lo que antes se hacía entre dos más lo que tú misma hacías, sin rechistar y sin solicitar ayuda ya que es algo que socialmente se entiende que es a ti a quien corresponde.

Si a tu pareja le diagnostican una enfermedad crónica degenerativa,

entonces te puedes encontrar con un futuro es muy incierto y que tus planes puede que no se cumplan jamás. Se acabó el viajar recién jubilada o tu vida social, ya que igual tu pareja no se va a poder mover o va a tener unos recursos muy limitados y una mala calidad de vida. Y de nuevo nos encontramos con la gran responsabilidad de que la pareja casi siempre está sola para hacer frente a la nueva situación o sólo puede contar con ayuda externa, (ya que muchas veces esto ocurre en una edad en que los padres ya han fallecido y los hijos tienen sus propios problemas familiares).

Con lo cual,

la enfermedad cuando entra de estas maneras tan crueles y repentina, es una bomba en toda la línea de flotación de la pareja. De repente la pareja se mete en una montaña rusa llena de emociones contradictorias, ilusiones perdidas, sufrimientos, penas y angustias y a veces…deseos de huir sin mirar atrás.

Por lo que siempre, y esto es un consejo, hay que pedir ayuda

ya que la persona cuidadora puede decidir acompañar en la enfermedad, cuidar e incluso dedicar a la persona amada la dedicación del resto de su vida, pero puede que no. Puede que no se vea capaz de ayudar, no porque no le ame, sino porque desea otra vida para ella y por eso no debe sentir que no es una decisión correcta que la persiga lo que le queda de vida. Nadie sabe lo que piensa y siente una persona cuando vive la circunstancia de que su pareja ya no es la persona de la que se había enamorado y que no va a compartir un futuro con ella como se había imaginado. Y por tanto no debemos de juzgar estas decisiones ni hacer sentirse culpables a las personas que lo deciden.

Me acuerdo del caso de una pareja que traté,

que el marido al que le habían diagnosticado un tumor importante y llevaba ya ingresado bastante tiempo en la clínica muy desmotivado y sin ilusión, le dice a la esposa cuando llega a primera hora después de haber dejado a los niños en el colegio: “¿Sabes quién ha pasado a verme para ayudarnos?”, y la mujer por un momento incentivada le dice “¿un psicólogo?” Y le dice el, “no, un cura”.

”Con lo cual una enfermedad grave que cambia a la persona física o mentalmente y una enfermedad crónica degenerativa es un punto de inflexión en la vida de la pareja que puede fortalecer sus lazos sentimentales o puede poner el punto final a una historia de amor.

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