Alicia López Losantos - Doctoralia.es

Si hay un día en que nos recuerdan que somos o tenemos madre es el primer domingo de mayo. De repente la sociedad despierta y durante una o dos semanas antes nos inundan de publicidad o videos amorosos e idealizados sobre el rol materno. Pero yo me pregunto, ¿existe un único rol materno? o ¿es algo cambiante según la cultura en la que vivamos?, y lo más grave aún, ¿una se convierte automáticamente en madre cuando tiene hijos? o ¿es algo que se construye en función de las circunstancias o peor aún, se impone socialmente?

La transformación del papel social de la mujer y por ende dentro de la pareja ocurrido en las últimas décadas de nuestro país, ha hecho que el rol materno también se haya transformado. Las madres de los 70 normalmente o no trabajaban o trabajaban en casa, con lo cual la casa y sus labores recaían exclusivamente sobre ellas. El papel de la maternidad al circunscribirse al hogar se centraba en el cuidado de éste y de los hijos desempeñando un papel casi exclusivo en su educación y evolución donde el padre normalmente desempeñaba otro tipo de roles como el de autoridad o acompañamiento.

Pero todo esto cambia al incorporarse la mujer al mercado laboral.

Esto conlleva una independencia económica que evoluciona el papel de madre, no solo con la aparición de métodos anticonceptivos a través de los cuales puede decidir cuantos hijos tener y cuando tenerlos, sino que la propia relación con los hijos cambia al pasar su jornada laboral fuera de casa y dejar éstos al cuidado de familiares, guarderías o profesionales.

Visto a grandes rasgos como ha ido evolucionando la sociedad española es cuando normalmente viene la siguiente pregunta ¿el rol materno en relación con los hijos es mejor el de la madre de antes con su papel omnipresente? o por el contrario, ahora que las madres dedican más calidad en su tiempo aunque no tanto como las de antes y al ser mujeres más preparadas y al elegir conscientemente cuando quieren tener a sus hijos ¿son madres más capacitadas para educar niños felices y potencialmente adultos más estables emocionalmente hablando?

Pues la respuesta no es simple.

Lo que está científicamente demostrado es que si el niño tiene satisfechas las necesidades básicas, para que se produzca una relación de apego sana necesita tiempo de estar con sus padres. No tiempo “de calidad” sólo, sino tiempo, porque parece que estamos contraponiendo tiempo de calidad con cantidad de tiempo y así no funciona, no son conceptos incompatibles. El compartir tiempo, el que nos vean ahí por casa, haciendo compras, cocinando…, es bueno para nuestros hijos, y en ese tiempo debe haber “momentos de calidad” donde los protagonistas sean ellos.

Con lo cual a pesar de salir a trabajar, la madre debe poder organizarse para pasar la mayor parte del tiempo con sus hijos.

Por otra parte el intentar conciliar trabajo e hijos es algo que a muchas mujeres les supone una serie de miedos y conflictos internos pocas veces verbalizados. ¿Me estoy perdiendo su primer diente? ¿Y si justo en el momento que me necesite no estoy? ¿Realmente soy mala madre por querer tener una carrera profesional y no dedicarme al 100% por lo menos durante su infancia?, estas cuestiones y muchas más se plantean diariamente miles de mujeres y más hoy, con la gran variedad de “madres” que existen: “madre primeriza” “madre soltera” “madre adoptiva” “madre divorciada”… Ante estas cuestiones hay que pensar que si hacemos todo lo que está en nuestras manos para que nuestros niños sean nuestra primera responsabilidad, les dediquemos tiempo, atención y satisfagamos sus necesidades importantes tanto a nivel material como emocional, educaremos a niños estables y felices.

No todas las mujeres que tienen hijos son madres.

Y eso es algo que debemos tener en cuenta cuando nos planteamos objetivos de crianza idealizados o temerosos. Seamos realistas e intentemos ser madres para nuestros hijos dándoles el cobijo y estabilidad necesaria para que evolucionen en personas sensatas y estables y si lo hacemos bien…puede que hasta felices.

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