La crisis sanitaria ha multiplicado el número de sexagenarios que deciden poner fin a sus matrimonios, una tendencia que no ha dejado de crecer durante los últimos quince años y que ha dado lugar al término ‘divorciantes plateados’. Bill y Melinda no están solos.
El sorprendente anuncio a principios de este mes de mayo del divorcio de Bill (65) y Melinda Gates (56) ha vuelto a evidenciar en los medios de comunicación una tendencia demográfica que está cambiando el tejido sociocultural de nuestra sociedad. Las separaciones protagonizadas por sexagenarios crecen año a año, y los meses de reclusión forzada han afianzado el fenómeno. “Creemos que en esta fase de nuestras vidas no podemos crecer más como pareja”, fue el motivo esgrimido por el fundador de Microsoft y la empresaria, y al que se adhieren cada día más miembros de su generación que, en un periodo de reflexión y catarsis, apuestan por darle un giro a su trayectoria vital.
“Es una tendencia al alza desde hace más de quince años”
Corrobora a S Moda la psicóloga y socióloga Alicia López Losantos. Para esta especialista en relaciones de pareja, la economía y la familia son los dos factores más relevantes en el pensamiento de aquellos que deciden separarse en la madurez. “La institución familiar es muy importante para estas personas. Lo que me comentan el 90% de los que pasan por la consulta es que no han empezado a pensar en sí mismos y en su felicidad hasta que sus hijos se marcharon de casa y dejaron de tener cargas familiares”. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la edad media de los cónyuges en el momento de la ruptura ha aumentado de forma gradual hasta situarse en 45,7 años en el caso de las mujeres y 48,1 en el caso de los hombres. Un incremento que supone una subida media superior a los cinco años en poco más de una década.
Por otro lado, la creciente independencia económica de las mujeres con respecto a sus parejas ha alentado a un gran número a atreverse dar el paso. “La mayoría de mujeres que acuden a nuestro despacho tienen trabajo o están próximas a percibir su jubilación. Su situación económica es estable y ahora buscan la tranquilidad personal”, añade la abogada matrimonialista Paloma Zabalgo. El confinamiento ha provocado que el número de consultas sobre divorcios o separaciones se hayan disparado en los últimos meses. “En mi caso, las peticiones de información se han multiplicado por tres. Todos los abogados de familia estamos ahora mismo saturados y el incremento es especialmente significativo en los matrimonios de edad más avanzada. La crisis sanitaria les ha hecho replantearse su vida”. Zabalgo ratifica que son divorcios mucho más amigables que los protagonizados por generaciones anteriores. “Ya no tienen que discutir sobre custodias ni pensiones alimenticias, solo sobre la cuestión económica, por lo que es más fácil de negociar y pactar”.
El cambio cultural es tal que en el Reino Unido incluso han acuñado una terminología para definir el fenómeno: silver splitters, algo así como divorciantes plateados, aludiendo al protagonismo de las canas entre quienes deciden poner punto y final a su relación. El periódico británico The Guardian califica de “revolución social” el hecho de que cada vez más personas entre los cincuenta y los sesenta y tantos abandonen su matrimonio en el momento en el que se esperaría que este estuviera más que afianzado, poniendo como ejemplo el inesperado divorcio de Bill y Melinda Gates.
“Los medios siempre han influido en la sociedad y los modelos de parejas se idealizan”, explica la psicóloga clínica y sexóloga Silvia Sanz. “Observar la ruptura y aceptación de una de estas relaciones puede funcionar como aliciente para muchas otras parejas. No por imitación, sino como un modelo motivador para dar el paso, para tomar una decisión que quizá por temor estaba bloqueada”. En nuestro país, y en el plazo de apenas unos meses, otras ilustres personalidades de la escena pública como Imanol Arias (65 años), Ágatha Ruiz de la Prada (60) y Bertín Osborne (66) también han puesto fin a sus respectivas relaciones. “Estos divorcios mediáticos hacen que la gente pueda reflexionar sobre que quizá pueda existir una segunda o una tercera parte en sus vidas. El divorcio ya no es una lacra como se consideraba antes, ahora prefieren estar solos que en un matrimonio que no les hace felices”, evoca la abogada.
Silvia Sanz también confirma que el número de parejas sexagenarias que se han puesto en sus manos en los últimos meses ha aumentado notablemente, después de comprobar cómo los problemas latentes en las relaciones se han agudizado durante el periodo de reclusión. “Los sesenta son los nuevos cincuenta y esa sensación de juventud y plenitud está presente. ‘La vida es corta y hay que vivirla’, me decía una paciente en una sesión”, confiesa. “Buscan relaciones con las que disfrutar, charlar y encontrar nuevas emociones, de un modo distinto, sin el propósito de formar familias, sino de realizar todo aquello que se ha perdido a lo largo de los años en la crianza de los hijos”.
Pese a la avalancha de peticiones de información sobre divorcios, las expertas comparten el escepticismo sobre su materialización a corto plazo. La incierta situación económica de millones de hogares provocada por la crisis del coronavirus puede ser un obstáculo difícil de sortear. No parece que vaya a ser ese el caso de los Gates, cuyo reparto de la fortuna, valorada en 146.000 millones de dólares, supondrá la mayor división de activos desde el divorcio de Jeff Bezos (Amazon). “En mediación me encuentro con muchas personas que buscan hacer su vida y llegan a acuerdos de convivencia para poder vivir bajo el mismo techo, compartir la casa de veraneo, no dividir la empresa, no vender un piso porque ahora no es el mejor momento… Podemos hablar de separaciones de hecho, pero no está claro que se vayan a convertir en divorcios legales hasta que el horizonte económico se despeje”, aduce López Losantos.
La socióloga, que dirige también la agencia de búsqueda de pareja Lazos, corrobora que es en la propia agencia donde más ha notado el aumento de solteros maduros que tratan de encontrar el amor. “Tienen la misma ilusión que los jóvenes de 18 años”, concluye la especialista, que destaca la ambición de este estrato de disfrutar de todo lo sacrificado en sus años de juventud. “Disfrutan del sexo, van al gimnasio, se hacen retoques estéticos… La vida se les acaba y muchas veces te dicen, ‘Es que para mí un año es muy importante”. Teniendo en cuenta que varios catedráticos vaticinan la llegada de unos nuevos locos años 20 una vez remita la pandemia del coronavirus, en los que “el libertinaje sexual y el derroche económico” serán protagonistas, quienes deseen disfrutarlos a tope hacen bien en ir cogiendo sitio.
Enlace de El País: Divorciarse después de los sesenta: por qué cada vez más aprejas toman la decisión